Animal

Animal
consolation

domingo, 9 de diciembre de 2018

¿Qué huella quieres dejar en el Planeta?


¿Qué huella quieres dejar en el Planeta?
Hacia un concepto de "Huella EcoBioética"


Huella ecológica

        Seguramente, ya hayas oído hablar de la huella ecológica, cuyo objetivo fundamental es evaluar el impacto ambiental de un determinado modo o forma de vida y compararlo con la capacidad del planeta para restablecerse. Generalmente, se utilizan indicadores del grado de sostenibilidad de las actividades humanas, como la huella de carbono, la huella hídrica y la huella por explotación del territorio. La mayoría de los problemas ecológicos están relacionados con la producción de alimentos, necesarios para alimentar a una población humana creciente (agricultura, ganadería y  acuicultura). En un extremo, con una huella ecológica muy alta, tendríamos la producción industrializada de alimentos, así como el consumo de territorio necesario para producir el alimento o el pienso para alimentar a los animales de granja.

Otros impactos sociales y ambientales de la actividad industrial son: la contaminación de suelos, agua y aire por productos químicos tóxicos y/o persistentes en el medio y en los animales, afectando así la salud de las personas, y también una huella de carbono elevada por uso de fuentes de energía no renovables durante la producción y el transporte. Además, la existencia de multinacionales que acaparan dichos sectores de producción, llega a influir en las democracias de los países productores, perjudicando las condiciones laborales de los trabajadores   y concentrando la riqueza en unas pocas manos. 

Por otro lado,  la producción ecológica, biológica, orgánica y de distribución local, tiene una huella ecológica mucho menor, posee un menor impacto sobre la salud de las personas y sus condiciones laborales, favoreciendo la existencia de una sociedad más justa y democrática, donde la riqueza está más repartida. Como ciudadanos de un mundo cada vez más globalizado, superpoblado y mercantilizado, nuestros hábitos de consumo pueden llegar a determinar las tendencias del mercado mundial. Con cada compra que realizamos, “votamos” a empresas y sus productos, contribuyendo con nuestra huella ecológica en la sostenibilidad de nuestro Planeta. 


Huella Bioética 

La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos, así como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la misma. Incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales. Si la huella ecológica se relacionaba con el impacto sobre el medio ambiente y sus recursos de las actividades humanas, la huella bioética, quizá más subjetiva y difícil de cuantificar, abordaría sus efectos sobre el bienestar físico y psicológico de otros seres sintientes.


Ampliando círculos de empatía

Sabemos que no se puede apreciar ni respetar lo que no se conoce. El grado de empatía que sintamos hacia “el otro” estará relacionado, como mínimo, con el grado de conocimientos que poseamos sobre sus capacidades  cognitivas y emocionales. Si de entrada ignoramos o le negamos estas capacidades, lo estaremos “cosificando” y,  por tanto, lo estaremos reduciendo a un ser carente de sentimientos y consciencia, incapaz de despertar nuestra empatía y compasión. La ampliación de nuestros círculos de empatía para incluir a todos los seres sintientes con los que compartimos el planeta, necesita de una adecuada educación emocional en todos los ámbitos de la sociedad, ya desde edades tempranas. El psicólogo y escritor Daniel Goleman, autor de Inteligencia        Emocional, dice que la empatía también se puede educar y aprender.

En la mayoría de las sociedades humanas, especialmente las “civilizadas”, el modelo mental antropocéntrico predominante ha estado dejando fuera de nuestros círculos de empatía a los demás animales, ya sea por desconocimiento científico, como por anteponer “otros intereses" a los bioéticos. Actualmente, a pesar de la gran cantidad de información disponible, muchas personas prefieren “no saber” para seguir con su modo de vida, lleno de comodidades y sin dilemas morales. Otras, en cambio, aplican sus principios bioéticos sólo a determinadas especies animales, decidiendo así a quién salvar y a quién condenar: “Salvo a mi perro, pero sacrifico al cerdo”. A este comportamiento se le denomina especismo, en el que considera a ciertas especies inferiores y sujetas a explotación. Se basa principalmente en la ignorancia, pero también en el autoengaño como mecanismo de defensa psicológico ante una serie de verdades demasiado incómodas y dolorosas.

Con cada nuevo descubrimiento científico en el campo de la Cognición Animal, vamos saliendo un poco más del oscurantismo antropocéntrico que nos mantenía separados emocionalmente del resto de los animales. Las evidencias científicas van superando poco a poco a los prejuicios antropocéntricos, permitiéndonos ampliar nuestros círculos de empatía e impulsar un cambio social hacia un trato más justo y ético hacia los demás animales.

 En las últimas décadas se han multiplicado los artículos científicos que prueban la existencia de emociones y consciencia en un número creciente de animales, vertebrados e invertebrados. Desde nuestros parientes evolutivos más cercanos, los grandes simios (chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas), pasando por los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), los elefantes, los cánidos, los roedores, las aves, los reptiles, los anfibios, los peces y varios grupos de invertebrados (moluscos cefalópodos, insectos sociales, crustáceos,…).


         Según el primatólogo Frans de Waal, autor de La edad de la empatía, los niños nacen con una gran capacidad de sentir empatía hacia los animales, pero después, la familia, los amigos y la sociedad en general influyen (consciente o inconscientemente) para que la vayan perdiendo gradualmente. Gran parte de culpa la tienen los medios de comunicación y, en especial la publicidad, que oculta el “lado oscuro” de sus productos, mostrándonos unos bienes de consumo idealizados y libres de conflictos bioéticos. En lugar de un cerdo hacinado y maltratado en una granja industrial, vemos a un niño sonriente comiéndose una jugosa hamburguesa, por ejemplo. El horror queda oculto y el negocio a salvo. ¿Nos importa más el sabor de una hamburguesa, que la vida de un animal sintiente? ¿Estamos siendo coherentes con nuestros principios y valores? Seguramente no, pero como se nos oculta la peor parte de la realidad, nuestro cerebro no percibe ningún estímulo negativo y entonces actuamos según el dicho popular “ojos que no ven, corazón que no siente”.

            Compartimos este planeta con millones de especies de seres vivos diferentes, en forma de un ecosistema global, conectados mediante complejas redes de relaciones interespecíficas. Una relación interespecífica  es la interacción que tiene lugar entre dos o más individuos de especies diferentes. Estas relaciones pueden ser beneficiosas (+),  o perjudiciales (-) para una o más especies. Salvo algunas pocas excepciones, la relación entre animales humanos y animales no humanos es relativamente negativa para éstos últimos. Es decir, la mayoría de las actividades  del ser humano generan una huella Bioética más o menos elevada, tanto en “calidad” como en cantidad, susceptible de ser más o menos medida y evaluada a partir de parámetros fisiológicos y etológicos objetivos. 


Huella EcoBioética


En general, el modelo actual de producción industrial genera simultáneamente huellas ecológicas y bioéticas elevadas, especialmente a nivel de ganadería intensiva (alimentación, vestimenta,…), la mayoría en manos de unas pocas empresas multinacionales, y con importantes consecuencias a nivel global. Por ello, no es cierto que exista un antagonismo entre lo “ecológico” y lo “vegano”, ya que ambos problemas van de la mano, con graves efectos sobre el bienestar animal,  el medio ambiente y las personas.


¿Cómo mejorar nuestra Huella EcoBioética?

Como ya dije antes,  somos una especie hiper-consumista, y nuestras elecciones determinarán la Huella EcoBioética que dejemos. Si queremos mejorarla, en primer lugar tendremos que ampliar nuestro concepto de bien de consumo, ya que no sólo se refiere a bienes materiales, como la comida, la ropa, etc. También están incluidas todas las actividades cotidianas y de ocio, como viajar, cazar o ir al zoo, entre muchas otras. Además, debido al elevado grado de complejidad de nuestras sociedades, con infinidad de interrelaciones entre los diferentes miembros de nuestra comunidad global, de animales humanos y no humanos, los efectos de nuestras decisiones llevadas a la acción suelen ser multifactoriales, de incidencia más o menos indirecta y, por tanto, con un alto grado de impredecibilidad. Haría falta un exhaustivo estudio interdisciplinar, llevado a cabo por expertos: biólogos, zoólogos, etólogos, ecólogos, veterinarios, antropólogos, sociólogos, filósofos, juristas, economistas,…cuyos resultados y conclusiones servirían de base para la elaboración de una nueva legislación EcoBioÉtica, de aplicación en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Dicho estudio incluiría un baremo, en el que los diferentes bienes de consumo (materiales e inmateriales) se clasificarían por su Huella EcoBioética, en función de su mayor o menor incidencia sobre ecosistemas y  animales, tanto humanos como no humanos. Mediante un Etiquetado EcoBioético,  de todos los bienes de consumo, conseguiríamos el empoderamiento del ciudadano, que podría consumir responsablemente y de forma coherente en función de sus principios y valores.

 Este nuevo concepto se inspira en otro anterior, de “Etiquetado Radical”, que aparece por primera vez en el libro Inteligencia Ecológica, de Daniel Goleman. En él, se pone como ejemplo, la iniciativa GoodGuide https://www.goodguide.com/#/, que evalúa bienes de consumo en función de sus efectos sobre la salud, el medio ambiente y los trabajadores que fabrican el producto. Las evaluaciones la realizan auditores externos, que evalúan los productos, tanto numéricamente (0-10), como mediante un código de colores (verde, naranja y rojo). Para un Etiquetado EcoBioÉtico, sólo habría que añadir la evaluación de los impactos sobre el bienestar físico y mental de los animales no humanos. Este etiquetado tendría la ventaja de ser más intuitivo, facilitando la toma de decisiones rápida, pero responsable del potencial consumidor. 

Hasta que no exista dicho Etiquetado Ecobioético, tendremos que seguir formándonos e informándonos, para empoderarnos como ciudadanos que consumen responsablemente, de acuerdo a nuestros, principios, sensibilidades y valores. Antes de consumir hazte las siguientes preguntas: ¿Lo necesito realmente? ¿Es bueno para mi salud y la del Planeta? ¿Es respetuoso con el bienestar físco y mental de los animales humanos y no humanos? En definitiva, ¿qué huella quieres dejar en el Planeta?

YO, ANIMAL


No hay comentarios:

Publicar un comentario