¿Qué huella quieres dejar en el Planeta?
Hacia un concepto de "Huella EcoBioética"
Hacia un concepto de "Huella EcoBioética"
Huella ecológica
Seguramente,
ya hayas oído hablar de la huella
ecológica, cuyo objetivo
fundamental es evaluar el impacto ambiental de un determinado modo o forma de vida
y compararlo con la capacidad del planeta para restablecerse. Generalmente, se
utilizan indicadores del grado de sostenibilidad de las actividades humanas,
como la huella de carbono, la huella hídrica y la huella por explotación del territorio. La mayoría de los
problemas ecológicos están relacionados con la producción de alimentos, necesarios
para alimentar a una población humana creciente (agricultura, ganadería y acuicultura). En un extremo, con una huella ecológica
muy alta, tendríamos la producción
industrializada de alimentos,
así como el consumo de territorio necesario para producir el alimento o el
pienso para alimentar a los animales de granja.
Otros impactos sociales
y ambientales de la actividad industrial son: la contaminación de suelos, agua y aire por
productos químicos tóxicos y/o persistentes en el medio y en los animales,
afectando así la salud de las personas, y también una huella de carbono elevada
por uso de fuentes de energía no renovables durante la producción y el
transporte. Además, la existencia de multinacionales
que acaparan dichos sectores de producción, llega a influir en las democracias
de los países productores, perjudicando las condiciones laborales de los
trabajadores y concentrando la riqueza
en unas pocas manos.
Por otro lado, la producción ecológica, biológica, orgánica
y de distribución local, tiene una
huella ecológica mucho menor, posee un menor impacto sobre la salud de las
personas y sus condiciones laborales, favoreciendo la existencia de una
sociedad más justa y democrática, donde la riqueza está más repartida. Como
ciudadanos de un mundo cada vez más globalizado, superpoblado y mercantilizado,
nuestros hábitos de consumo pueden llegar a determinar las tendencias del
mercado mundial. Con cada compra que realizamos, “votamos” a empresas y sus
productos, contribuyendo con nuestra huella ecológica en la sostenibilidad de
nuestro Planeta.
Huella
Bioética
La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios
para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos,
así como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la
misma. Incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en
general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con
el medio ambiente y al trato
debido a los animales. Si la huella ecológica se relacionaba con el impacto sobre el medio
ambiente y sus recursos de las actividades humanas, la huella bioética, quizá más subjetiva y difícil de cuantificar,
abordaría sus efectos sobre el bienestar físico y psicológico de otros seres sintientes.
Ampliando círculos de empatía
Sabemos
que no se puede apreciar ni respetar lo que no se conoce. El grado de empatía que sintamos hacia “el
otro” estará relacionado, como mínimo, con el grado de conocimientos que
poseamos sobre sus capacidades cognitivas y emocionales. Si de entrada
ignoramos o le negamos estas capacidades, lo estaremos “cosificando” y, por tanto, lo estaremos reduciendo a un ser
carente de sentimientos y consciencia, incapaz de despertar nuestra empatía y
compasión. La ampliación de nuestros
círculos de empatía para incluir a todos los seres sintientes con los que
compartimos el planeta, necesita de una adecuada educación emocional en todos los ámbitos de la sociedad, ya desde
edades tempranas. El psicólogo y escritor Daniel
Goleman, autor de Inteligencia Emocional, dice que la empatía también se puede educar
y aprender.
En
la mayoría de las sociedades humanas, especialmente las “civilizadas”, el modelo mental antropocéntrico
predominante ha estado dejando fuera de nuestros círculos de empatía a los
demás animales, ya sea por desconocimiento científico, como por anteponer
“otros intereses" a los bioéticos. Actualmente, a pesar de la gran cantidad de información disponible, muchas personas prefieren “no saber” para
seguir con su modo de vida, lleno de comodidades y sin dilemas morales. Otras,
en cambio, aplican sus principios bioéticos sólo a determinadas especies
animales, decidiendo así a quién salvar y a quién condenar: “Salvo a mi perro,
pero sacrifico al cerdo”. A este comportamiento se le denomina especismo, en el que considera a ciertas especies inferiores y sujetas a
explotación. Se basa principalmente en la ignorancia, pero también en
el autoengaño como mecanismo de
defensa psicológico ante una serie de verdades demasiado incómodas y dolorosas.
Con
cada nuevo descubrimiento científico en el campo de la Cognición Animal, vamos saliendo un poco más del oscurantismo
antropocéntrico que nos mantenía separados emocionalmente del resto de los
animales. Las evidencias científicas van superando poco a poco a los prejuicios antropocéntricos,
permitiéndonos ampliar nuestros círculos de empatía e impulsar un cambio social
hacia un trato más justo y ético hacia los demás animales.
En las últimas décadas se han multiplicado los
artículos científicos que prueban la existencia de emociones y consciencia en un
número creciente de animales, vertebrados e invertebrados. Desde nuestros
parientes evolutivos más cercanos, los grandes simios (chimpancés, bonobos, orangutanes
y gorilas), pasando por los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), los
elefantes, los cánidos, los roedores, las aves, los reptiles, los anfibios, los
peces y varios grupos de invertebrados (moluscos cefalópodos, insectos
sociales, crustáceos,…).
Según el primatólogo Frans de Waal, autor de La edad de la empatía, los niños nacen con una gran capacidad de sentir empatía hacia los animales, pero después, la familia, los amigos y la sociedad en general influyen (consciente o inconscientemente) para que la vayan perdiendo gradualmente. Gran parte de culpa la tienen los medios de comunicación y, en especial la publicidad, que oculta el “lado oscuro” de sus productos, mostrándonos unos bienes de consumo idealizados y libres de conflictos bioéticos. En lugar de un cerdo hacinado y maltratado en una granja industrial, vemos a un niño sonriente comiéndose una jugosa hamburguesa, por ejemplo. El horror queda oculto y el negocio a salvo. ¿Nos importa más el sabor de una hamburguesa, que la vida de un animal sintiente? ¿Estamos siendo coherentes con nuestros principios y valores? Seguramente no, pero como se nos oculta la peor parte de la realidad, nuestro cerebro no percibe ningún estímulo negativo y entonces actuamos según el dicho popular “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Compartimos este planeta con
millones de especies de seres vivos diferentes, en forma de un ecosistema
global, conectados mediante complejas redes de relaciones interespecíficas. Una relación interespecífica es
la interacción que tiene
lugar entre dos o más individuos de especies diferentes. Estas relaciones pueden ser beneficiosas
(+), o perjudiciales (-) para una o más
especies. Salvo algunas pocas excepciones, la relación entre animales humanos y animales no humanos es relativamente
negativa para éstos últimos. Es decir, la mayoría de las actividades del ser humano generan una huella Bioética más o menos elevada,
tanto en “calidad” como en cantidad, susceptible de ser más o menos medida y
evaluada a partir de parámetros fisiológicos y etológicos objetivos.
Huella EcoBioética
En general, el modelo
actual de producción industrial genera simultáneamente huellas
ecológicas y bioéticas elevadas, especialmente a
nivel de ganadería intensiva (alimentación, vestimenta,…), la mayoría en
manos de unas pocas empresas multinacionales, y con importantes consecuencias a nivel global. Por ello, no es cierto que exista un antagonismo entre lo “ecológico” y lo “vegano”, ya que ambos problemas van de la mano, con graves efectos sobre el bienestar animal, el medio ambiente y las personas.
¿Cómo mejorar nuestra Huella EcoBioética?
Como
ya dije antes, somos una especie hiper-consumista, y nuestras elecciones determinarán la Huella EcoBioética que dejemos. Si queremos mejorarla, en primer
lugar tendremos que ampliar nuestro concepto de bien de consumo, ya que no sólo
se refiere a bienes materiales, como la comida, la ropa, etc. También están
incluidas todas las actividades cotidianas y de ocio, como viajar, cazar o ir al zoo, entre muchas otras. Además, debido al elevado
grado de complejidad de nuestras sociedades, con infinidad de interrelaciones
entre los diferentes miembros de nuestra comunidad global, de animales humanos
y no humanos, los efectos de nuestras decisiones llevadas a la acción suelen
ser multifactoriales, de incidencia más o menos indirecta y, por tanto, con un alto
grado de impredecibilidad. Haría falta un exhaustivo estudio interdisciplinar, llevado
a cabo por expertos: biólogos, zoólogos, etólogos, ecólogos, veterinarios,
antropólogos, sociólogos, filósofos, juristas, economistas,…cuyos resultados y
conclusiones servirían de base para la elaboración de una nueva legislación
EcoBioÉtica, de aplicación en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Dicho estudio incluiría un baremo, en el que los diferentes bienes de consumo (materiales e
inmateriales) se clasificarían por su Huella EcoBioética, en función de su mayor o
menor incidencia sobre ecosistemas y animales,
tanto humanos como no humanos. Mediante un Etiquetado EcoBioético, de todos los bienes de consumo, conseguiríamos el empoderamiento
del ciudadano, que podría consumir responsablemente y de forma coherente en función de sus principios y valores.
Este nuevo concepto se inspira en otro anterior, de “Etiquetado Radical”, que aparece por primera vez
en el libro Inteligencia Ecológica,
de Daniel Goleman. En él, se pone como ejemplo, la iniciativa GoodGuide, https://www.goodguide.com/#/, que evalúa bienes de consumo en función de
sus efectos sobre la salud, el medio ambiente y los trabajadores que fabrican
el producto. Las evaluaciones la realizan auditores externos, que evalúan los
productos, tanto numéricamente (0-10), como mediante un código de colores
(verde, naranja y rojo). Para un Etiquetado EcoBioÉtico, sólo habría que añadir la evaluación de los impactos sobre el bienestar físico y mental de los animales no humanos. Este etiquetado tendría la ventaja de ser
más intuitivo, facilitando la toma de decisiones rápida, pero responsable del potencial consumidor.
Hasta que no exista dicho Etiquetado Ecobioético, tendremos que seguir formándonos e informándonos, para empoderarnos como ciudadanos que consumen responsablemente, de acuerdo a nuestros, principios, sensibilidades y valores. Antes de consumir, hazte las siguientes preguntas: ¿Lo necesito realmente? ¿Es bueno para mi salud y la del Planeta? ¿Es respetuoso con el bienestar físco y mental de los animales, humanos y no humanos? En definitiva, ¿qué huella quieres dejar en el Planeta?
YO, ANIMAL